9 of June,2015
India, el país de todos los tiempos
India y Colombia caben en una palabra: futuro. Para fabricar un mejor porvenir, necesitamos un buen anclaje en nuestro pasado, actuar con certeza e intensidad en el presente, y dar claridad a nuestros objetivos.
Habitar durante años en India, en estas primeras décadas del siglo XXI, es una de las mejores experiencias para un ser humano. Consiste en vivir al tiempo en los últimos cinco siglos, como: hombre de una sociedad feudal y posmoderna, siervo y ciudadano global, productor de artesanías y constructor de satélites, carretero y piloto de Fórmula 1, habitante del palacio de un maharaja y vecino de un tugurio de cientos de miles de personas, pasajero de un metro de decenas de kilómetros y pedalista de un rickshaw bike, distribuidor de la red que traslada millón y medio de almuerzos en portacomidas -que van de la cocina familiar al escritorio de los empleados en Mumbái- y uno de los cientos de miles de operadores de call centers en los que se hace el servicio posventa de las mayores corporaciones del mundo, un asceta que ya no está en este mundo y, por ello, raya su cuerpo desnudo con las cenizas de la cremación de cadáveres y un ateo que no practica religión alguna, así comparta las calles atiborradas con devotos que pasan días enteros haciendo sonar címbalos y recitando mantras. Esa suerte nos fue dada a nosotros y por eso hemos querido compartir con los lectores de variadas vertientes reflexiones generales de la conferencia matriz sobre India, que hemos dictado en la Universidad Externado de Colombia y en los diálogos del Club El Nogal.
En lo que constituye el hecho democrático de mayor envergadura en la historia moderna, India, segunda nación más poblada del planeta y país más diverso del mundo, ha elegido por décimo sexta vez, durante su vida independiente, a los 545 miembros del Lok Sabha, la Cámara Baja y el centro decisorio de la política en este subcontinente de 23 lenguas oficiales, 13 religiones reconocidas y 28 estados, con 1.275 millones de habitantes.
En India hay 780 millones de personas que creen en la reencarnación. Cuando se cree en ella, se tiene una concepción del mundo diferente y se asume el periplo vital de una manera distinta, pues se siente que la vida no concluye en la muerte, sino que es un interminable fragmento de la eternidad. En la conciencia general de esa nación, el pasado determina gran parte del presente, se revela en sus vidas todo el tiempo.
India se ha transformado gracias a la educación. En el ideal de Gandhi y en el periodo fundacional de la India independiente, siempre estuvo presente el esfuerzo nacional por la educación. Uno de los pilares del proceso ha sido el establecimiento de los IIT (Indian Institutes of Technology) desde la década de los 50. Ellos son un grupo élite de institutos de ingeniería y tecnología orientado a la educación superior. En 2011, los IIT presentaron el mayor número de solicitudes de patentes entre todos los institutos y universidades del país.
La India contemporánea es una potencia industrial y una de las vanguardias en tecnologías de información y comunicaciones. El sector de las TIC representó el 7,5 por ciento del PIB en 2013, es una de las áreas en las cuales el país desarrolla en gran escala su capital humano. Buena parte de los 450 mil ingenieros que el país forma por año, se entrena en renglones relacionados con la informática. India es hoy una gran ‘piscina’ de talento humano con sus 4,7 millones de graduados en ingeniería y ciencias.
Vive profundos cambios políticos bajo el nuevo liderazgo de Narendra Modi. Lo conocimos y compartimos encuentros con él. Puede no comulgarse con todo su ideario, pero es imposible desconocer su carisma abrumador, y difícilmente podríamos conocer a un líder con tanta convicción acerca del papel de la empresa privada en el desarrollo, y con mayor determinación para sacar adelante su libreto político.
Cuando investigamos las razones por las cuales se han postergado decisiones para dar mayor profundidad a las relaciones entre India y América Latina, el déficit en el conocimiento mutuo, la inexcusable ignorancia acerca de los recientes procesos de desarrollo económico y social, y la carencia de esfuerzos sistemáticos para promover la relación entre los dirigentes de los dos subcontinentes, aparecen como los mayores obstáculos. Nuestro trabajo apunta a cerrar esas brechas y desarrollar conectores entre dos regiones llamadas a cobrar protagonismo global.
Colombia será un país con mayor incidencia internacional, en la medida que se libere del lastre que ha significado su conflicto de medio siglo y transite por los caminos del conocimiento y la inclusión. India, un fenómeno de emprendimiento y desarrollo que hace posible lo que pareciera irrealizable, una ‘anarquía funcional’, de sonidos sagrados y sondas espaciales, de vegetarianismo y peregrinación, con agudos problemas de género y conflictos de variada índole, pero que puede caracterizarse como pacífica, vibrante y decisiva.
India y Colombia caben en una palabra: futuro. Para fabricar un mejor porvenir, necesitamos un buen anclaje en nuestro pasado, actuar con certeza e intensidad en el presente, y dar claridad a nuestros objetivos.
Juan Alfredo Pinto Saavedra
Exembajador en India – Presidente de Cinset
En colaboración con Soraya Caro Vargas. Ph. D., directora del Centro de Estudios sobre India Contemporánea (Cesicam), Universidad Externado de Colombia
Fuente: Portafolio, 5 de junio de 2015